El Ávila es un ícono para quienes vivimos o hemos vivido en Caracas, la montaña que nos acompaña a todas parte recordando dónde queda el norte, llenando de verde el panorama con sus picos. Crecí viéndola todos los días, la foto base de este diseño es tomada desde la casa de mis padres en 2009, todavía con la bola de Pepsi y a taza de Nescafé.
Quise pintar a Caracas de colores, así, psicodélica, multicolor, diversa. Porque en Caracas hay de todo, confluye la gente de todos los rincones del país poniéndole también sus acentos y costumbres. Amo cómo se ve mi ciudad de lejos, la vista del Ávila coronando los edificios.