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Paola

Marcha 19 abril 2017 Paola

Asesinada, 23 años, por paramilitares. Para el sentimiento que genera es irrelevante que la hayan matado en Táchira. Pudiera haber sido en la esquina de mi casa, podría haber sido cualquiera. Paola podría haber sido Vicky, o Isa, mientras protestaban. Una chama que llamó a su papá asustada porque los colectivos estaban disparando y no sabía qué hacer… Y que corrió hacia el lado equivocado donde algún asesino le apagó la vida. Este texto es de opinión, y visceral. Como el poema de «yo estoy con los muchachos», así, de las entrañas.

Es que Paola me recuerda a Bassil, me recuerda a Geraldine, al grafitti del 2014 bajo el elevado en Las Mercedes que decía «Bassil vive, la lucha sigue», a todos los asesinados en protestas. También me recuerda al papá de mi ex-pasante, asesinado en un barrio para robarle el carro, me recuerda a la gente que veo TODOS los días hurgando en la basura por comida, a la familia de 7 que caminan toda la urbanización entre las 4 y las 6 de la tarde a ver qué encuentran en la basura. Ni siquiera dejaron que su familia la llorara tranquilos, presionando a los papás para que digan que no fueron los colectivos. Es una aberración, es bizarro, indignante.

Como el caballo indómito de nuestro escudo, ese al que el gobierno le enderezó la cabeza porque no está bien que el pueblo sea brioso

Creo que lo que más me duele es que Paola podría haber sido yo, podría haber sido mi prima, del mismo nombre y de pelo negro, que ahora vive en Canadá porque mis tíos quisieron librarla de este caos. Podría haber sido cualquiera mientras el asesino sigue libre, mientras Maduro dice en TV que hay que repartir fusiles, mientras el gobierno sigue armando a los civiles y los militares resguardando a los paramilitares.

Y la verdad es que ahora, con lágrimas en los ojos, también siento la pena y el dolor que muestra el rostro de un hombre desnudo, Biblia en mano, diciendo «no más», pidiendo que pare la represión mientras aguanta perdigonazos y trata de no ahogarse entre los gases. Porque yo también viví la desesperación de los que se lanzaron al Güaire, indignados ante un grupito de militares que los asfixiaban con bombas.

Este gobierno nos da a diario razones y más razones para protestar, para llamarlo dictadura, para querer salir y gritar libertad y pararse frente a un policía aguantando gases tóxicos (ilegales, por cierto) sólo porque tengo derecho a protestar, a llegar a la Defensoría, a Miraflores, a donde me de la gana a decirles que hacen mal su trabajo, que son unos corruptos, que basta ya. Porque por un momento todos queremos ser la señora mayor que se paró frente a la tanqueta, recia, aguerrida, como el caballo indómito de nuestro escudo, ese al que el gobierno le enderezó la cabeza porque no está bien que el pueblo sea brioso. Paola no puede ser sólo una más.

Y aunque el Gobierno se burle con fotos de represión diciendo «Al Güaire lo que es del Güaire», y Maduro se ría también del manifestante inocente, desnudo, brazos abiertos; siempre tendremos más dignidad. Como ví en una imagen por ahí: aunque el honrado se bañe en una cloaca sigue siendo digno, pero los corruptos del gobierno aunque se bañen en oro, siguen siendo una cloaca.

Mientras escribo, alguien más está tragando bombas lacrimógenas porque las disparan a su edificio, porque la dictadura no quiere que protestes, quiere que te calles y te canses. Mientras escribo, una amiga por Whatsapp avisa molesta que a la esquina de su casa hay unos paramilitares requisando gente y guiando el tráfico… y lo peor es que se entera porque está «instalada en la ventana esperando que mi (su) papá busque la maldita bolsa CLAK». Sin acceso libre siquiera a alimentos, otra razón más para protestar. Y ayer desalojaron un hospital infantil del oeste porque había niños ahogándose con gas de las bombas lacrimógenas; y la semana pasada las lanzaban dentro de una clínica en Las Mercedes porque allí atendían a una diputada golpeada.

Es imposible no solidarizarse. Es imposible que alguien sea cristiano y apoye a este gobierno, simplemente NO es compatible.

Y me indigna que en la tele no pasen NADA, nada de lo que sucede. Hay enfrentamientos con militares y policías en zonas populares, saqueos, disparos y demás. Pero si no tienes Twitter o no manejas Whatsapp no te enteras de nada. Afortunadamente y con la tecnología los ciudadanos nos estamos informando unos a otros: con fotos, videos, voices, textos… mientras el Gobierno no tumbe la conexión a través del mayor proveedor de Internet del país (CANTV) y nos deje sin nada más.

La semana pasada una bomba lacrimógena le abrió la ceja a mi esposo. Después de los puntos que le agarraron y 10 días de por medio, sólo queda el amargo recuerdo y la cicatriz, mostrando día a día que se puede seguir adelante, que las heridas sanan y las ideas siguen; que los ideales y los valores se defienden, que la libertad no se negocia. Nosotros somos los que nos quedamos en venezuela, somos la gente que sigue de pie, frente en alto, con dignidad. Esta noche me acostaré con la cabeza un poquito más vacía, con el pensamiento en nuestros héroes anónimos de todos los días.

La lucha sigue, mañana vamos a marchar de nuevo, por Paola. Recuerden que el mal hace más ruido que el bien. Fuerza y fe.

 

 

 

 

 

PD: No soy de VP, ni milito en partido alguno.

 

Publicado en Blog, Opinión

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